Buscábamos un nombre para la Fiesta que habíamos inventado y no queríamos que se repitiese la manida "fiesta-de-la-primavera-de...". Pretendíamos algo más simbólico, propio y potente. La profe de Francés , escuchándonos debatir sobre esto, nos preguntó una tarde: "¿Y qué les sugiere esta fiesta a ustedes?"..Nosotros respondimos rondando por unos cuantos conceptos que giraban todos en torno a "encuentro". Así que ella nos contó que los Makis, la guerrilla española (partisanos) que en Francia combatía al fascismo , tenían una palabra para cuando organizaban la acogida de algún refugiado de forma clandestina. Era un momento de abrazos y esperanza para ellos. Esa palabra quería decir, precisamente "Reencuentro" y, en francés, se escribía Rendez Vous. A nuestro rebelde y soñador corazón le encantó el término, lo sometimos a votación, y así quedó,,,desde entonces y para siempre. Con el permiso de mis compas de aquel tiempo, voy a contar un poquito de la historia, si ustedes tienen la paciencia y las ganas de leerla. Una primavera, siendo estudiantes de tercero del Liceo de Cardona, volvíamos maravillados de haber vivido la Fiesta de Nueva Palmira. Llegabamos en el ómnibus colectivo a Cardona y Florencio Sanchez, cargados de alegría y también de un poquito de envidia. Desde esa sana admiración empezó a nacer la inquietud...¿y por qué nosotros no tenemos una fiesta parecida? El lunes, en los recreos, era ese el tema principal. Un grupo de nosotros empezó a diseñar una idea para el año siguiente que sería el último nuestro, dado que no había bachillerato en aquel entonces allí. 

Era el convulsionado Uruguay del `69 y nada era fácil para los adolescentes...como tampoco lo es ahora, aunque por razones diferentes. Desde ese diseño inicial, y con la ayuda de ideas de parte de tres profes (la de Francés, la de Matemáticas y el de Física), por la mitad del `70, ya en cuarto, empezamos a darle forma. El objetivo era la fiesta en si misma y también recaudar fondos para un viaje de fin de curso. Eramos tres grupos de cuarto y había que juntar para la excursión de cien personas...Bueno...organizamos una jornada en la que se desarrollaban torneos de diferentes deportes y juegos durante todo el día entre Liceos de todas las localidades del departamento de Soriano y alguna del de Colonia. Había concurso de carrozas, de reinas y de orquestas...¡sí: de orquestas! Costaba muy caro contratar una banda para que tocara en el baile de la noche...así que una tarde, garabeteando soluciones, se prendió la lamparita: en lugar de contratar a un conjunto musical, le pedimos a cada Liceo visitante que trajera un grupo de su pueblo. Esa banda debía tocar media hora en el baile y reservar una canción final para el concurso. Un jurado integrado por profesores y estudiantes, debía otorgar el premio (una copa que conseguimos donada) a la mejor. Con esto fue que llegamos a anunciar un tremendo "¡Baile con seis orquestas!" como cierre de lujo de una jornada que sería inolvidable. Y nos costó...¡nada! sólo la idea y su gestión. 

Logramos que se nos diera a los estudiantes la concesión de las bebidas gaseosas, durante todo el día y el baile. Así que en varias esquinas de Cardona, había kioskitos ocupados por estudiantes, vendiendo tartas, panchos, empanadas y bebidas que contribuyeron a la recaudación. A eso le sumamos las entradas al baile y la concesión del bar, que también la logramos a medias con el club Unión, que, a cambio, nos facilitaba el gimnasio y la electricidad sin costo. Pero no fue sólo eso...los mozos que servían en cada mesa y quienes atendían detrás de la barra éramos nosotros mismos, los estudiantes. Así que ahorramos ese costo y sumamos las propinas que iban todas a la caja en común. 

El resultado financiero fue un éxito mayor al esperado. Dio para pagar el viaje de tres grupos de cuarto de Liceo a Porto Alegre, en Brasil, durante una semana. Todo con el bus que nos llevó, se quedó con nosotros y nos trajo de vuelta. Nos quedamos en una Universidad que estaba vacía por vacaciones y así logramos también alojamiento gratis. Sobró para una parada en el Parque Rodó de Montevideo y subirnos a varios de los juegos....Por supuesto que el logro de esta Fiesta no fue sólo el resultado económico. Fue crear una celebración para los estudiantes y el pueblo, que...hoy ya cumple 48 años de continuidad. Pero fue mucho más que eso. Cuando se nombra "adolescentes" a estas edades y junto al término va unido el significado de esa triste palabra ("adolecer"..."carecer de todo") no se tiene idea del potencial que tienen los portadores del fuego ,como a los y las adolescentes llaman los Aymaras. Esa fue una de las tantas demostraciones de que es un error desde el mundo adulto menospreciar la creatividad y la superación de obstáculos que ocurre en esta etapa de la vida. Para nosotros, como individuos, fue la prueba de que los imposibles no existen...que sólo cuestan un poquito más. 

Otra enseñanza tremenda fue la siguiente: cada quien tuvo un lugar de destaque. Todos y todas fueron importantes para los demás. Había quienes no participaban mucho en los debates creativos, pero ese día fueron estrellas en la venta de los kioskos ., o artistas en la construcción de las carrozas, o los descubrimos unos ases de la bandeja sorteando mesas para llevar y traer sin volcar nada...y, encima, sumar las propinas que nadie se quedó para sí, sino que fueron a parar al bien común. Aún hoy, tras tanta vida y vivencias recorridas, esa experiencia me enseñó mucho más que cualquier materia curricular. No sé si mis compas de ese tiempo pensarán lo mismo, pero intuyo que sí. Estudié antes y estudié después, pero ningún libro me generó tanto aprendizaje como la creación colectiva de una fiesta, la administración de la misma y el resultado que a todos nos benefició. 

Tuve muchos desafíos posteriores en los que un muro se plantaba por delante. Siempre tomé fuerzas desde esas raíces para animarme a enfrentarlo. No siempre pude derribarlo. A veces aprendí a pasar por el costado y otras, también a estrellarme y lastimarme con el golpe. Pero jamás dejé de intentarlo y tengo la certeza de que esa gesta compartida con mis compas fue la que siempre me dio la primer confianza...a la que, claro, luego se sumaron otras futuras vivencias. Hoy las carrozas son mucho más sofisticadas, son verdaderas obras de arte...pero hay mucho, demasiado, arte "adulto" detrás de ellas. Hoy la organización es muy pulida y puntual...pero,( lo siento, es apenas mi opinión) hay demasiada mano adulta en su diseño. 

En aquel Rendez Vous inicial, las carrozas eran chuecas, medio destartaladas, volaban sobre chatas impulsadas por tractores o caballos. Eran simples ,divertidos y frescos mamarrachos con pintura...pero eran nuestras. Sólo los estudiantes las elaboramos y las construimos. Algunos padres o madres se arrimaban, pero tan sólo a ver si precisábamos algo. Las autoridades del Liceo tuvieron el mérito de avalar la fiesta, pero también la confianza de delegar en nosotros su organización...en gurises de 15 y 16 años aprendiendo a ser adultos. 

Ojalá recuperemos esa confianza mutua: adultos y adolescentes para que los mayores se animen a que se equivoquen -en un marco de básica seguridad- y los más jóvenes se comprometan con un sueño. El sueño de una fiesta propia de verdad, el sueño de un viaje en libertad, el sueño de dibujar juntos esa adultez que pronto llegará...La utopía construída desde el imposible al que las dos letras iniciales se le borran con una brocha de amor, otra de compromiso y otra de conmovedora cooperación.

Dr. Jorge Mota